Interior. Día.
Alvy Singer, ante un fondo neutro, habla a la cámara.
Alvy: Les contaré un chiste viejo. Ah, dos señoras mayores están en un parador de
montaña, y una dice: «Hay que ver lo mala que es aquí la comida». Y la otra
replica: «Sí, ya, ya, y además dan unas raciones tan pequeñas». Pues bien, así es
cómo veo yo la vida. Llena de soledad, de tristeza, de sufrimiento y de infelicidad, y
pasa todo tan deprisa... Hay, hay otro chiste importante para mí, que suele, ah,
atribuirse a Groucho Marx, pero yo creo que aparece antes en «El chiste y su
relación con el subconsciente», de Freud. Y dice así, poco más o menos: «No me
interesa pertenecer a ningún club que cuente a alguien como yo entre sus socios».
Ese es el chiste clave de mi vida adulta, en lo que a mis relaciones con mujeres se
refiere. ¿Saben?
Interior. Apartamento de Annie. Día.
Alvy tiene un libro en las manos. Su título: Ariel.
Alvy: Sylvia Plath.
Annie (off): Hum.
Alvy: Una interesante poetisa cuyo trágico suicidio interpretaron abusivamente las
seudointelectuales universitarias como un gesto romántico.
Annie: Sí, claro.
Annie sale de la cocina con dos copas en la mano. Alvy se las coge.
Alvy: Oh, perdona.
Annie: Bueno, en fin, no sé. Lo que quiero decir es que algunos de sus poemas me
parecen ideales, ¿sabes?
Alvy: ¿Ideales?
Annie: Ideales, sí.
Alvy: Ah, lamento informarte que estamos en 1975 y que el calificativo «ideal»
cayó en desuso al empezar el siglo, diría yo, ¿sabes?
Annie se echa a reír.
Exterior. Calle. Día.
Desde las cristaleras de un restaurante se ve a Alvy y a Annie en una esquina. Se
dan la mano. Tráfico en la calle.
Voz de Alvy: Después, se nos hizo tarde. Los dos teníamos que irnos, pero fue
magnífico ver a Annie otra vez, ¿verdad? Comprendí que era una persona
estupenda y, y lo agradable que había sido conocerla y...
Los dos se besan amistosamente.
Voz de Alvy: ...y me acordé de aquel viejo chiste, ya saben, el del tipo que va a ver
al psiquiatra y le dice: «Doctor, mi hermano se ha vuelto loco. Se cree que es una
gallina». Y el médico le contesta: «Bueno, ¿y por qué no hace que lo encierren?». Y
el tipo le replica: «Lo haría pero es que necesito los huevos». En fin, yo creo que
eso expresa muy bien lo que siento acerca de las relaciones entre las personas.
¿Saben? Son completamente irracionales, disparatadas, absurdas y... pero, ah,
creo que las seguimos manteniendo porque, ah, la mayor parte de nosotros
necesitamos los huevos.


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